Ep. 5; «No hay herencia sin mujeres»

No hay ningún eje vial de importancia, ni siquiera una carretera nacional, que atraviese su orografía. Ningún término municipal de los 15 que rellenan los límites comarcales supera el millar de ciudadanos y la densidad de población no llega a los 3 habitantes por quilómetro cuadrado. El abandono está impreso en el paisaje. 

El Maestrazgo, comarca situada en el nordeste de la provincia de Teruel, agoniza. Sólo quedan unos 2.700 habitantes, que se resisten a certificar la defunción social de este pedazo de tierra torturada por el frío, la altura y el aislamiento. Y lo pueblan con orgullo militante, enfrentándose a la crítica situación demográfica.  

El éxodo se agudizó a partir de los años 60, como respuesta a la llamada del progreso industrial y turístico que pobló el boca a boca de la España del desarrollismo. Los inmigrantes se fueron, en su mayoría, a Barcelona, Valencia, Zaragoza o Castellón, dejando atrás las masías construidas con las mismas piedras que las montañas que retuercen este territorio.

Las mujeres se fueron más durante el éxodo migratorio. El papel secundario que desempeñaban —y siguen desempeñando— en la linea de sucesión del patrimonio agrario y ganadero en el seno de las familias, las ha apartado de uno de los pilares históricos de la economía del Maestrazgo. El hándicap en las perspectivas de independencia económica las empujó a salir en mayor grado. 

El presente está marcado por el desequilibrio entre ambos géneros. La tasa de masculinidad está en 1,17, disparada, cifra que en términos absolutos significa que, de los 2.700 habitantes que pueblan la comarca, hay unos 300 hombres más. La falta de mujeres compromete aún más la ya de por sí maltrecha situación demográfica de la comarca.