El Delta de l’Ebre está desapareciendo. Temporal tras temporal, el mar está ganando metros de tierra a este paraje de gran valor medioambiental; hogar de una cultura singular, heredera del trabajo los antepasados en los campos de arroz. Hoy hay paisajes de la infancia que ya no existen y son arena que yace bajo el fondo del mar.
El drama ecológico también es un drama social; al sentimiento de pérdida irrecuperable se le añade la amenaza que pende sobre el horizonte; si el proceso de erosión no se detiene, con el Delta de l’Ebre se hundirá el hogar de 61.000 personas.
La desaparición del Delta no es un hecho natural, es consecuencia de la gestión de los recursos hídricos del río Ebro. La cantidad de pantanos que hay diseminados a lo largo de su curso impiden que bajen los sedimentos que necesita el Delta para mantenerse estable frente a la erosión producida por la fuerza del mar.